La importancia del rol del técnico auxiliar en primera infancia

La primera infancia es reconocida como una etapa fundamental para el desarrollo integral del ser humano, ya que en ella se configuran las bases del aprendizaje, la personalidad y la interacción social. La UNESCO (2010) sostiene que los primeros años de vida representan una ventana única para potenciar el desarrollo cognitivo, emocional y social, en la medida en que el niño está más receptivo a estímulos y experiencias significativas. En este contexto, la labor de la auxiliar cobra un valor incalculable.

Cuando nos hablan de Primera Infancia, muchas veces pensamos en los padres de familia y profesores como figuras principales en el desarrollo de las niñas y los niños. Sin embargo, las auxiliares también cumplimos con un papel fundamental que a veces es considerado “pequeño” o “mínimo”, pero que es bastante significativo e importante en el día a día de cada niño. Nuestro rol va más allá de ayudar en el aula de clase, porque nos convertimos en un apoyo incondicional para la titular y esencialmente para los niños y las niñas acogiéndolos con afecto, cuidados, aprendizajes y especialmente con juegos que aportan a su desarrollo integral y autonomía desde la construcción de las relaciones interpersonales y la creación de vínculos afectivos.  

La figura de la auxiliar pedagógica de primera infancia ocupa un rol central. Su presencia constituye un eje fundamental para la atención integral, el acompañamiento y la implementación de procesos pedagógicos acordes a las necesidades de cada niño y niña, destacándose en el cuidado, la educación y el desarrollo de la primera infancia. 

Desarrollo 

  1. La primera infancia: una etapa decisiva

Según el Ministerio de Educación Nacional de Colombia (MEN, 2014), la primera infancia comprende desde la gestación hasta los cinco o seis años de edad. Durante este periodo, los niños atraviesan cambios neurológicos, motores y emocionales acelerados, lo que requiere un acompañamiento permanente, sensible y especializado. La Ley 1098 de 2006, o Código de Infancia y Adolescencia, establece que los niños y niñas tienen derecho a recibir atención integral, lo que implica cuidado, educación, protección y nutrición de calidad.

En este sentido, la auxiliar pedagógica es parte esencial de las estrategias para garantizar dichos derechos, al ser quien, desde la cotidianidad, cuida, acompaña y facilita experiencias que favorecen el bienestar y el aprendizaje. 

Ser auxiliar de primera infancia es estar presente en los detalles más mínimos como, por ejemplo:  enseñar a un niño a ir al baño, hasta ayudarles a manejar sus emociones cuando extrañan a sus padres. Estas rutinas parecen sencillas, pero aportan en el fortalecimiento de habilidades básicas en los niños y las niñas desarrollando confianza hasta que el aula y las auxiliares nos convertimos en refugio, en su lugar seguro. 

  1. Acompañamiento cercano y afectivo

Uno de los aspectos más importantes de la labor de la auxiliar pedagógica es el acompañamiento cercano que brinda a los niños y niñas. De acuerdo con Bowlby (1988), el establecimiento de vínculos afectivos seguros en la infancia es la base para el desarrollo emocional y social futuro. La auxiliar, con su presencia constante, constituye muchas veces la figura que calma, escucha y brinda apoyo emocional inmediato.

El acompañamiento afectivo no solo contribuye al bienestar emocional de los niños, sino que además se traduce en una mayor disposición hacia el aprendizaje. UNICEF (2012) resalta que los entornos seguros y afectivos estimulan la confianza en sí mismos y promueven una exploración activa del mundo. De allí que la auxiliar pedagógica, a través de gestos, palabras y actitudes cotidianas, deje huellas duraderas en la construcción de la identidad infantil. 

Lo más bonito de ser auxiliar es que no solo se trata de cumplir con rutinas o tareas que nos asignan, sino de poner el corazón en cada cosa que hacemos, ser empáticas con cada pequeño, brindarles un trato especial suplir algunas necesidades que muchas veces no tienen en casa. Cuando un niño logra algo nuevo y viene corriendo a contarnos, cuando nos toma la mano porque necesita apoyo, cuando algo les recuerda a nosotras y deciden regalarnos un detalle, un dibujo, un te quiero profe, o cuando se ríe en medio de una actividad, ahí es donde se entiende la importancia de lo que hacemos, de lo maravilloso que es nuestro rol.

Muchas veces nosotras las auxiliares somos las que identificamos pequeños cambios en los comportamientos y emociones de los niños y las niñas, lo cual es un plus que nos ayudará a actuar oportunamente para favorecer la integridad y bienestar de cada pequeño.

  1. Apoyo en la implementación de procesos pedagógicos

Si bien los docentes titulares lideran la planificación pedagógica, la auxiliar cumple un papel clave en la ejecución de actividades educativas y lúdicas. Apoya en la organización del aula, el acompañamiento de grupos pequeños y la atención personalizada, lo cual permite que las experiencias sean más inclusivas y pertinentes.

De acuerdo con Vygotsky (1979), el aprendizaje se da en la interacción con otros y en la mediación de un adulto significativo. La auxiliar pedagógica, al estar presente en los procesos de juego, exploración y experimentación, se convierte en una mediadora activa que ayuda a los niños a alcanzar la “zona de desarrollo próximo”. En la práctica, esto significa que facilita que cada niño avance desde lo que ya sabe hacia nuevos aprendizajes, mediante apoyo, orientación y estímulos adecuados.

  1. Mediación entre la familia y la institución

Otro rol de gran importancia es el de puente de comunicación entre la familia y la institución educativa. Muchas veces, la auxiliar pedagógica es quien informa a los padres o cuidadores sobre los avances, dificultades o logros cotidianos de los niños. Esta interacción fortalece la relación escuela-familia y genera un ambiente de confianza mutua.

Bronfenbrenner (1987) plantea en su teoría ecológica del desarrollo humano que el niño crece en un entramado de sistemas (familia, escuela, comunidad), los cuales deben interactuar de manera armónica para garantizar su bienestar. En este entramado, la auxiliar pedagógica cumple un rol mediador que conecta la experiencia institucional con la realidad familiar, favoreciendo la coherencia en la educación y el cuidado.

  1. Transmisión de valores y modelamiento de conductas

El aprendizaje en la primera infancia no solo implica adquirir conocimientos, sino también interiorizar normas, valores y formas de interacción social. Bandura (1986), en su teoría del aprendizaje social, señala que los niños aprenden gran parte de sus conductas mediante la observación e imitación de adultos significativos. La auxiliar pedagógica, al estar permanentemente presente, se convierte en un modelo de referencia en aspectos como el respeto, la empatía, la disciplina y la resolución pacífica de conflictos.

Este modelamiento contribuye a que los niños desarrollen competencias ciudadanas, habilidades de convivencia y actitudes positivas hacia sí mismos y hacia los demás. 

Nuestra labor es fundamental porque construimos un refugio para niños y niñas, un lugar en donde la imaginación y la creatividad hacen de los sueños una realidad. y sin esto, ningún aprendizaje real sería posible. Ser auxiliar en la primera infancia es recordar cada día que lo más valioso es el acompañamiento la sensibilidad humana, esa que muchas veces pasa desapercibida, pero que deja huellas profundas en la vida de los niños y las niñas.

Conclusión

La auxiliar pedagógica de primera infancia es mucho más que una colaboradora en el aula: es un pilar en la construcción de ambientes protectores, afectivos y estimulantes. Su rol abarca el cuidado, la mediación pedagógica, el vínculo con las familias y la transmisión de valores fundamentales. Desde la perspectiva del desarrollo integral, su presencia es determinante para que los niños y niñas crezcan con seguridad, confianza y oportunidades de aprendizaje significativas.

Este rol significativo y de gran importancia para la calidad de la educación inicial depende en gran medida del compromiso y la formación de quienes acompañan día a día a los más pequeños. Valorar a las auxiliares pedagógicas es, apostar por el presente y el futuro de la primera infancia.

Referencias

  • Bandura, A. (1986). Social Foundations of Thought and Action: A Social Cognitive Theory. Prentice-Hall.
  • Bowlby, J. (1988). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. Basic Books.
  • Bronfenbrenner, U. (1987). La ecología del desarrollo humano. Paidós.
  • Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). (2017). Lineamientos técnicos para la atención a la primera infancia en Colombia. Bogotá.
  • Ley 1098 de 2006. Código de Infancia y Adolescencia. Congreso de la República de Colombia.
  • Ministerio de Educación Nacional (MEN). (2014). Política de atención integral a la primera infancia. Bogotá.
  • Organización Internacional del Trabajo (OIT). (2019). El cuidado en el centro: inversión, políticas y trabajo decente para una sociedad más igualitaria.
  • UNESCO. (2010). Educación y cuidado de la primera infancia: fortaleciendo las bases del aprendizaje. París.
  • UNICEF. (2012). Los primeros años cuentan: inversión en la primera infancia. Nueva York.
  • Vygotsky, L. S. (1979). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica.